¿Qué Pasa con la Fe Cristiana si Aceptamos una Visión Evolutiva de los Orígenes?

 por Raúl Esperante, James Gibson, Timothy Standish
 La teoría de la evolución propone que toda la vida, incluyendo los seres humanos, se originó a lo largo de millones de años por medio de mutaciones genéticas y la lucha por la vida (también llamada supervivencia del más apto o selección natural). Se afirma que este doble mecanismo originó la complejidad de la vida y la estructura de los ecosistemas. Pero la teoría de la evolución es más que un modelo para explicar el origen del mundo biológico, es también una visión del mundo que influye en nuestra forma de ver la vida, la moral, la economía, la sociedad, el progreso, la salud, y casi todos los aspectos de la existencia humana. En ese contexto, ¿qué sucede con las creencias cristianas básicas basadas en la cosmovisión bíblica si aceptamos la evolución materialista?  

La teoría de la evolución propone que toda la vida, incluyendo los seres humanos, se originó a lo largo de millones de años por medio de mutaciones genéticas y la lucha por la vida (también llamada supervivencia del más apto o selección natural). Se afirma que este doble mecanismo originó la complejidad de la vida y la estructura de los ecosistemas. Pero la teoría de la evolución es más que un modelo para explicar el origen del mundo biológico, es también una visión del mundo que influye en nuestra forma de ver la vida, la moral, la economía, la sociedad, el progreso, la salud, y casi todos los aspectos de la existencia humana. En ese contexto, ¿qué sucede con las creencias cristianas básicas basadas en la cosmovisión bíblica si aceptamos la evolución materialista?

El impacto específico de la evolución depende de si se trata de evolución materialista o evolución teísta. Para la evolución materialista, todo lo que existe es la materia y la energía. No hay nada fuera o por encima del mundo material, por tanto, no hay entidades divinas o dioses supremos. La evolución teísta sugiere que Dios existe y de alguna manera interviene en la naturaleza, y que creó las diversas formas de vida a través de los mecanismos de la evolución mencionados anteriormente.

Ambas formas de la teoría evolutiva niegan la relación entre el pecado y la muerte, y por lo tanto niegan la naturaleza sustitutiva de la muerte de Cristo, por lo que el evangelio bíblico se convierte en irrelevante. Niegan una creación en seis días, por lo que el día de reposo del séptimo día es irrelevante. Ambas formas de la teoría evolutiva niegan el origen edénica del matrimonio, por lo que el matrimonio monógamo entre un hombre y una mujer no es un imperativo moral sino una tradición. De hecho, de acuerdo con algunos postulados evolucionistas, la poligamia y la violación sexual pueden ser ventajosas para los seres humanos y los animales, ya que aumentan la posibilidad de transmisión de los genes del individuo.1

La evolución materialista, también llamada "darwinismo", es una idea radical y, puesto que niega la existencia de Dios, sus acciones y la validez de su Palabra, nadie puede ser cristiano y, al mismo tiempo, un evolucionista materialista. En contraste, un número significativo de cristianos ha aceptado la idea de que Dios no creó por su palabra en seis días, sino a través de los procesos de la evolución. Esta idea, la evolución teísta, es la que tiene el mayor impacto en la fe cristiana. Aquí resumimos brevemente algunas de las importantes consecuencias y el impacto de la evolución teísta en la religión cristiana.

La evolución teísta implica que la muerte, con el sufrimiento que acompaña, es el método escogido de Dios para la creación, dando a Dios los atributos que normalmente se aplican al diablo. Así, la muerte no es un enemigo (1 Corintios 15:26) y si fuera destruido, el mismo proceso que nos hizo sería destruido. No tendría sentido que Dios pusiera fin a la muerte, ya que la muerte es una herramienta necesaria para la creación. La evolución teísta es un intento de distanciar a Dios del sufrimiento y la muerte, pero en realidad lo convierte en el autor de ellos. Además, coloca a Dios en una posición remota y niega la acción divina directa en los seres humanos y la naturaleza.

La teoría de la evolución exige la muerte antes que el pecado lo que contradice la idea de que la victoria de Jesús sobre el pecado significa la victoria sobre la muerte. Por lo tanto, está en conflicto directo con la teología del apóstol Pablo, quien escribió: " Así pues, como por la transgresión de uno vino la condenación a todos los hombres, de la misma manera por la justicia de uno vino a todos los hombres la justificación de vida. Porque así como por la desobediencia de un hombre, los muchos fueron constituidos pecadores, así también por la obediencia de uno, los muchos serán constituidos justos.” Romanos 5:18,19 NVI (Ver los textos precedentes comenzando alrededor en el versículo 12 para ver todo el argumento). La conclusión es que la evolución teísta  contradice la soteriología Cristiana.

La teoría de la evolución atribuye competencias a la naturaleza que la naturaleza no tiene. Por lo tanto, es esencialmente una posición animista en la que los objetos naturales, en este caso los átomos,  tienen poderes y propiedades de las que en realidad carecen. Esto también es una contradicción directa con la posición bíblica cristiana de que Dios no sólo creó todo, incluyendo los seres vivos, sino también que Él sostiene la naturaleza y es consistente en sus acciones (Colosenses 1:17, Hebreos 13:8).

La evolución teísta niega la visión bíblica cristiana de Dios como algo inminente y activo en su creación, convirtiéndolo en un ser remoto y por lo tanto responsable del mal que vemos. La Biblia nos da una explicación razonable de la presencia del mal en el mundo e incluso va más allá para decir que Dios tiene un plan y va, por medio de él, a solucionar el problema. Jesucristo, Dios mismo, está íntimamente involucrado con su creación para salvarla.

La evolución teísta (por lo general) sustituye la distinción entre los humanos y los animales sobre la base de la creación separada, con una distinción, si hay alguna, sobre la base de la presencia de un alma inmortal implantada. Esto es contrario a la enseñanza bíblica.

La evolución teísta afirma que los seres humanos son descendientes de otros animales, mientras que la Palabra de Dios claramente indica que los seres humanos son el producto especial de las manos creadoras de Dios.

La visión evolucionista teísta (y materialista) de los seres humanos como producto de una lucha incesante por la supervivencia deniega la posición cristiana bíblica de que todos somos creados a imagen de Dios. También niega la idea de que Jesús vino a salvar a todos sin ningún mérito nuestro (en el modelo darwiniano la supervivencia es un producto del mérito/aptitud personal o del grupo). Por lo tanto, no podemos ser una comunidad de fe que trabaja para ayudar a los débiles, a los pobres y a los que sufren. En la visión darwiniana, nuestra competencia más feroz por la supervivencia es con nuestros semejantes y por lo tanto la muerte de los débiles es para nuestro bien personal y la supervivencia de nuestra especie. Comparemos eso con la Biblia en textos como: “Los fuertes en la fe debemos apoyar a los débiles, en vez de hacer lo que nos agrada.” (Romanos 15:1), o la condenación de Ezequiel a los líderes de Israel: "No fortalecen a la oveja débil, no cuidan de la enferma, ni curan a la herida; no van por la descarriada ni buscan a la perdida. Al contrario, tratan al rebaño con crueldad y violencia” (Ezequiel 34:4).

La evolución teísta afirma que la Biblia, la palabra de Dios debe mantenerse subordinada a la ciencia y el razonamiento humano.

La evolución teísta niega la fiabilidad de la Biblia, que es la base de las doctrinas cristianas. Incluso las palabras de Cristo, cuando se refiere a Adán y Eva (Mateo 19:4-6 y Marcos 10:6-9), carecen de validez.

El Darwinismo y la evolución teísta socavan el sacramento cristiano del matrimonio, negando la realidad de Adán y Eva o la acción de Dios en que los une como una representación de sí mismo.

La evolución teísta está en conflicto con la idea bíblica de la redención a través de la muerte sacrificial de Jesucristo: si la evolución está haciendo los seres humanos cada vez mejor a través de la variabilidad genética y la selección natural, ¿por qué tuvo que morir Jesús para ofrecer una vida mejor? Por la misma razón, la evolución teísta también está en conflicto con las ideas bíblicas sobre la salvación, la resurrección y la Nueva Tierra.

La evolución teísta está en clara contradicción con el libro del Génesis y las enseñanzas de Jesús y los Apóstoles en cuanto la Creación y el Diluvio. Sugiere que Dios ha creado usando la muerte, el dolor, la lucha por la supervivencia y el sufrimiento. Sugiere que Dios nos engañó con la Biblia, porque allí él dice que creó ex nihilo en seis días. ¿Por qué Dios no dice lo que hizo? Y si él no quería decir lo que dijo, ¿por qué no dijo lo que sí quería decir? Por esto, un punto de vista evolutivo sobre los orígenes siempre tendrá dificultades para adaptarse a las declaraciones bíblicas acerca de la Creación, la Caída y el Diluvio.

La evolución teísta no es la solución a los aparentes conflictos entre las interpretaciones de la ciencia y la Biblia. Crea más problemas de los que resuelve ya que requiere un replanteamiento de todos los aspectos de nuestra fe en la Biblia. No es una alternativa viable o una posición bíblica. Es una visión completamente diferente de la realidad de Dios, la salvación, la Biblia, la humanidad, la naturaleza y el bien y el mal y el roigen del pecado. Una solución es reconocer que hay ciertos problemas con la ciencia actual si aceptamos un modelo bíblico de la creación, y que hay ciertos problemas teológicos, si aceptamos el modelo darwinista de los orígenes, y, en lugar de perder la fe en uno o el otro o ambos, profundizar en las preguntas difíciles a través del estudio de las Escrituras y de la ciencia, permitiendo que el Espíritu Santo nos guíe en el camino. Los seres humanos tienen mentes imperfectas y un conocimiento imperfecto que inevitablemente conduce a tensiones en nuestra comprensión de la realidad. La pregunta es, ¿qué tensiones estamos dispuestos a tolerar? Todos vivimos por la fe: los cristianos por una fe, los darwinistas por otra fe. ◀

 

Referencias1 Thornhill, R. y Palmer, C.T. 2000. A Natural History of Rape: Biological Bases of Sexual Coercion. MIT Press. 272 pp.