El primer libro de la Biblia (Génesis) dice que luego de una creación reciente hecha por Dios, hubo un asombroso Diluvio mundial. En ese contexto, el Diluvio habría sido responsable de la mayor parte de las grandes capas de la Tierra que contienen fósiles. Sin embargo, las interpretaciones científicas actuales proponen que estas capas se acumularon lentamente en el transcurso de miles de millones de años, asignando, por lo tanto, más tiempo para la lenta evolución gradual de la vida. La diferencia entre estos dos modelos difícilmente pudiera ser más grande. La Figura 1 ilustra el contraste entre estas interpretaciones. Las divisiones principales de la secuencia de capas rocosas que cubren nuestra Tierra, llamada columna geológica, se muestran a la izquierda; la interpretación evolutiva de esas capas en el medio, y el modelo de la creación a la derecha. Nótese especialmente que el modelo evolutivo es aproximadamente un millón de veces más lento que el modelo bíblico. ¿Cuál modelo es el verdadero? ¡Ambos no pueden ser correctos!
Curiosamente, no es necesario que ir a la Biblia en absoluto para encontrar el concepto de un Diluvio global.1 Esta idea domina en la literatura folklórica del mundo. El número de referencias de esa literatura para diferentes clases de calamidades globales pasadas se relaciona en una lista en la Tabla 1, y muestra que las historias sobre diluvios son seis veces más comunes que cualquier otra clase de catástrofes mundiales pasadas. La explicación más probable para tal persistencia es que el Diluvio en realidad sí ocurrió.
Mientras que la comunidad científica predominantemente rechaza la descripción bíblica de un Diluvio global, numerosos datos científicos concuerdan mejor con esa descripción que con un modelo evolutivo a lo largo de miles de millones de años. Cuando se consideran los datos científicos, estamos especialmente interesados en las rocas sedimentarias. Son las dominantes y generalmente el agua intervino en su deposición en capas sedimentarias que a menudo albergan fósiles. Los geólogos generalmente agrupan estas capas en unidades más grandes llamadas formaciones. Muchas de las formaciones sobre nuestros continentes están increíblemente extendidas y tienden a ser de cierto grosor bastante parejo. Es sorprendente el contraste entre estos enormes depósitos sedimentarios planos únicos, y la topografía predominantemente irregular de la superficie de nuestros continentes actuales. No hay manera, bajo las condiciones actuales, de extender tales depósitos sedimentarios, que son relativamente finos, sobre grandes partes de nuestros continentes actuales. Se requieren superficies muy llanas para comenzar el proceso, y se necesitan grandes fuerzas para esparcir los sedimentos sobre estas áreas tan inmensas.
Algunos de estos depósitos son conglomerados2 que requirieron transporte energético sobre áreas muy amplias. Las flechas en la Figura 2 señalan cinco formaciones en el oeste de los Estados Unidos. El área superficial de cada formación, en kilómetros cuadrados, es: Frontier: 300,000; Mowry: 250,000; Dakota: 815,000; Cedar Mountain-Burrow Canyon
130,000; y Morrison 1,000,000. Esta última formación se extiende desde Nuevo México hasta Canadá (Figura 3). Este es el tipo de deposición que con mayor probabilidad cabría esperarse de un catastrófico Diluvio global, donde capa tras capa de sedimentos se depositara muy rápida y extensamente por sobre las otras. No es lo que se esperaría de depósitos formados lentamente por procesos geológicos localizados ordinarios a lo largo de miles de millones de años, como ahora se postula en general por la comunidad geológica.
Las formaciones geológicas no son las únicas que están extendidas, ya que dentro de estas formaciones se observan unidades más pequeñas, llamadas capas, que también representan fuerzas de deposición extendidas sumamente planas, como se esperaría para el Diluvio. La flecha en la Figura 4 señala el estrato plano llamado Arenisca de Castlegate de la Formación Price River. Cuando se viaja por el este desde Price (Utah), en dirección a Colorado, se puede seguir esa unidad de arenisca por 160 kilómetros. Otro ejemplo se ve en los filones de carbón en los que se pueden encontrar capas finas de sedimentos granulados llamadas particiones (Figura 5). Estas capas tienen un grosor de centímetros, pero pueden estar increíblemente extendidas horizontalmente. Desde las minas de carbón en Kentucky se reportan seis particiones que se extienden sobre más de 1,500 kilómetros cuadrados.3
En el Gran Cañón, se reportan 17 características capas marcadoras claves horizontales en la Caliza Muav de 100 metros de espesor (Figura 6, justo debajo de la flecha más baja). Estas capas marcadoras son mayormente de un metro o menos de grosor, y todas excepto una se extienden de 50 a 150 kilómetros.4 Algunos geólogos reconocen la incongruencia entre los limitados patrones de deposición actuales de las inundaciones locales, y lo que en realidad se ve en el registro rocoso. El sedimentólogo Carlton Brett, quien no cree en el Diluvio, comenta: “.... las capas pueden persistir sobre áreas de muchos cientos a miles de kilómetros cuadrados precisamente porque son el registro de eventos realmente extra grandes”.
“La acumulación del registro estratigráfico [capas de roca] permanente en muchos casos involucra procesos que no han sido, o no pueden observarse en ambientes modernos.… hay eventos extremos.... con magnitudes tan grandes y devastadoras que no han, y probablemente no podrán, ser observados científicamente”.
“También argumentaría que muchas sucesiones indican continuidad y semejanza mucho más lateral en una escala bastante más fina que la anticipada por la mayoría de los geólogos”.5
Cuando se estudia la increíblemente extendida distribución de las capas geológicas, nos damos cuenta de que las condiciones para su deposición son a menudo sorprendentemente diferentes de lo que ocurre para la actividad geológica local actual, y que la distribución extendida es tal como podría esperarse del catastrófico Diluvio descrito en la Biblia.
El hecho es que faltan secciones importantes de la columna geológica entre las capas, y también faltan pruebas de la erosión profunda que se esperaría en los millones de años sin deposición postulados por los geólogos. Esto también aporta una evidencia adicional a la deposición rápida que se esperaría en el Diluvio. Por ejemplo, entre las formaciones Morrison y Cedar Mountain (Figura 2), están ausentes, en esta localidad, las capas que representarían 20 millones de años de supuesto tiempo evolutivo. Durante este tiempo, cabría esperarse una erosión promedio de 600 metros de profundidad en la superficie de ese espacio o hiato. La erosión, tal como se observa en ambientes actuales, es predominantemente irregular, sin embargo, los contactos entre las dos formaciones mencionadas arriba son increíblemente planos, permitiendo que se depositara una formación fina encima de la otra. Estos hiatos planos, que se encuentran en numerosas localidades alrededor del mundo, proveen evidencias bastante convincentes de que nunca existieron edades geológicas largas.7
La Figura 6 ilustra tres ejemplos de hiatos planos (llamados paraconformidades o disconformidades) entre las capas del Gran Cañón. En la flecha más baja, están ausentes los períodos Ordovícico y Silúrico de la columna geológica, y aun así la superficie de contacto es increíblemente plana en la mayor parte del Gran Cañón. Durante los 100 millones de años que se suponen transcurrieron en ese hiato plano, es decir, entre la deposición de una capa y que comenzara a depositarse la contigua encima, esperaríamos encontrar una erosión de 3 kilómetros promedio (en profundidad). Como comparación, fijémonos que el Gran Cañón solamente tiene 1.5 kilómetros de profundidad.
Hay otras características importantes de las capas geológicas que favorecen el Diluvio. Nuestros continentes flotan literalmente sobre rocas más pesadas, y esto los mantiene por encima del nivel del mar, así que tenemos tierra firme donde vivir. Sin embargo, más de la mitad de las capas de roca (sedimentos) de los continentes, proviene de un entorno marino.8 Por ejemplo, dos tercios de las capas en el Gran Cañón (Figura 6) son calizas y esquistos de origen marino. ¿Qué hace tanto material de origen oceánico sobre los continentes? Esto sí se esperaría de un Diluvio mundial, cuando los océanos inundaron los continentes y depositaron sedimentos marinos bien hacia el interior de los continentes. Además, el estudio de los sedimentos del Paleozoico sobre el continente norteamericano indica que su dirección de transporte estaba casi exclusivamente orientado hacia el suroeste a escala continental.9 Esta dirección coherente a gran escala cabría esperarse de un importante evento catastrófico mundial como el Diluvio, pero no en absoluto en una deposición lenta durante edades geológicas largas, pues los ríos, torrentes y corrientes depositarían los sedimentos en todas las direcciones.
Los geólogos reconocen la anomalía de la deposición abundante de sedimentos marinos sobre los continentes y lo explican sólo postulando que en el pasado, los océanos tenían un nivel más alto o que los continentes eran menos elevados, facilitando así las inundaciones del mar resultando en inmensas capas de calizas planas. Al proponer esto, ¡sin quererlo están sugiriendo lo que cabría esperarse del gran Diluvio descrito en la Biblia: los continentes estaban bajo agua! El famoso paleontólogo Norman Newell, quien apoya las edades geológicas largas, también reconoce las diferencias entre los registros sedimentarios actuales y los del pasado, y hace referencia a otros tres geólogos que piensan como él cuando escribe: “La búsqueda de análogos actuales para las paraconformidades en las secuencias de calizas es complicada por el hecho de que la mayoría de las configuraciones actuales (topografía, química, circulación, clima) son sorprendentemente diferentes a las que debieron prevalecer cuando las calizas marinas del Paleozoico y del Mesozoico se extendieron sobre áreas inmensas e increíblemente planas del mundo (Shaw, 1964; Currav, 1964; Irwin, 1965; McGugan, 1965b)”.10
Estas áreas “inmensas e increíblemente planas” del mundo son lo que se esperaría del catastrófico gran Diluvio, pero no de una deposición local lenta de sedimentos mientras los continentes vagaban, subían y bajaban lentamente, a lo largo de miles de millones de años, como postulan los geólogos que no conceptualizan el Diluvio bíblico.
CONCLUSIÓN
Hay muchas interpretaciones sobre la cantidad de tiempo involucrada en la formación de varias partes del registro geológico de la Tierra. Podríamos presentar una larga lista de las interpretaciones locales a ambos lados de la controversia Biblia - Ciencia.11 Desafortunadamente, en la actualidad la comunidad científica no acepta el modelo bíblico del Diluvio en sus revistas y libros de texto. En vez de ello, estas publicaciones presentan muchas ideas a favor de edades geológicas largas, pero no para el modelo bíblico. El asunto del Diluvio no se aborda desde la perspectiva de un juego limpio. Sin embargo, no es necesario abandonar la ciencia para creer en la Biblia. Las formaciones sedimentarias planas increíblemente extendidas, y las capas dentro de ellas, la falta de evidencias a favor de edades largas en los hiatos planos entre las capas sedimentarias, y la abundancia del material oceánico en los continentes, son todos factores sólidos que favorecen en gran manera el modelo del Diluvio de la Biblia. Éstos son datos difíciles de explicar apartándose del modelo bíblico de los orígenes.
REFERENCIAS
1 Para ejemplos y referencias consulta: Roth AA. 1998. Origins: Linking Science and Scriptures. Review and Herald Publishing Association, p 303-307.
2 Para ejemplos de algunos conglomerados de amplia distribución consulta: Stokes WL. 1950. Pediment concept applied to Shinarump and similar conglomerates. Bulletin of the Geological Society of America 61:91-98.
3 Austin S. 1979. Evidence for marine origin of widespread carbonaceous shale partings in the Kentucky No. 12 Coal Bed (Middle Pennsylvanian) of Western Kentucky. Geological Society of America, Abstracts With Programs 11(7):381-382.
4 McKee ED, Resser CE. 1945. Cambrian History of the Grand Canyon Region. Carnegie Institution of Washington Publication 563:26-28.
5 Brett, CE. 2000. A slice of the “Layer Cake”: The paradox of “Frosting Continuity.” PALAIOS 15:495-498.
6 Para cálculos y referencias sobre velocidades de erosion consulta: Roth AA. 1998. Origins: Linking Science and Scripture. Review and Herald Publishing Association, p 263-267.
7 Para explicaciones ulteriores y más ejemplos consulta DISCUSSION 16 y/o VIDEO 13 en la página web del autor www.sciencesandscriptures.com, También: Roth A. A. 1988 “Those Gaps in the Sedimentary Layers”, Origins 15:75-92 (http://www.grisda.org). Para una version más breve y más puntos de discusión consulta A. A. Roth. 2009. “Flat gaps” in sedimentary rock layers challenge long geologic ages. Journal of Creation 23(2):76-81. El tema también se discute en Roth AA. 1998. Origins: Linking Science and Scripture. Review and Herald Publishing Association, p 222-229.
8 Shelton J. S. 1966. Geology illustrated. W. H. Freeman and Company, p 28.
9 Chadwick AV. 1993. Megatrends in North American paleocurrents. Society of Economic Paleontologists and Mineralogists Abstracts With Programs 8:58.
10 Newell ND. 1967. Paraconformities. In Tichert C, Yochelson L, editors. Essays in paleontology and stratigraphy. Department of Geology, University of Kansas Special Publication 2, p 355.
11 Para algunos ejemplos, consulta DISCUSSIONS No. 8 y 9, Questions About a Recent Creation, y Scientific Data that Favors a Recent Creation, en la página web de los autores: www.sciencesandscriptures.com [link?]; Roth AA. 2012. The Genesis Flood and the geological record. In Ball BW, editor, In the Beginning: Science and Scripture Confirm Creation. Pacific Press, p 220-237; Roth AA. 2011. Can I Believe in a worldwide Flood? In Gibson LJ, Rasi HM, editors, Understanding Creation: Answers to Questions on Faith and Science. Pacific Press, p 123-132; Capítulos 12-15 en Roth AA. 1998. Origins: Linking Science and Scripture. Review and Herald Publishing Association.