La existencia y extinción de los dinosaurios

¿Es posible una perspectiva bíblica?

- Raúl Esperante


Gigantescos esqueletos de dinosaurio dan la bienvenida a los visitantes de la mayoría de los museos de historia natural del mundo. Los documentales de televisión nos muestran vívidas reconstrucciones de como eran, se movían y se relacionaban, y varias películas recientes los han convertido en famosas estrellas de cine. 


Gigantescos esqueletos de dinosaurio dan la bienvenida a los visitantes de la mayoría de los museos de historia natural del mundo. Los documentales de televisión nos muestran vívidas reconstrucciones de como eran, se movían y se relacionaban, y varias películas recientes los han convertido en famosas estrellas de cine. Las empresas han aprovechado esta dinomanía para hacer negocio a través de iniciativas comerciales que construyen réplicas de dinosaurio y las ofrecen a museos, escuelas y otras instituciones. Recientes investigaciones nos han permitido conocer mejor a los dinosaurios y han desvelado aspectos muy interesantes de estos gigantes del pasado que parecerían no haber muerto, al menos en la imaginación de las personas. Sin embargo, aún queda mucho por aprender acerca de ellos y en este artículo vamos a revisar las principales preguntas que estudiantes y profesores plantean a menudo sobre estas criaturas.

 ¿Existieron realmente los dinosaurios?

Se han nombrado casi mil tipos diferentes (géneros) de dinosaurios, aunque algunos son de dudosa validez.[1]  La mayoría de estos géneros están representados por un único ejemplar pero unos pocos están representados por varios o numerosos ejemplares. No hay duda de que los dinosaurios habitaron una vez la Tierra y en ciertos lugares parecen haber sido numerosos. Los paleontólogos han encontrado pruebas de su existencia en los sedimentos de todos los continentes, incluida la Antártida. Estas pruebas incluyen huesos, huevos, nidos y huellas. Las huellas de dinosaurio, así como otros rastros, son especialmente abundantes, y se encuentran por miles en Estados Unidos, Argentina, España, Francia, Rusia, China, Mongolia y  el norte de África, entre otros lugares.

Es importante destacar que los esqueletos que se exhiben en los museos no suelen ser huesos reales, sino réplicas. Los huesos originales son demasiado valiosos y delicados para ser expuestos al público y se suelen almacenar en cámaras especiales situadas en áreas no visitables del museo. Además, los esqueletos de los museos se suelen  ensamblar combinando réplicas de huesos de varios ejemplares, que en ocasiones provienen de lugares muy distantes. A pesar de esto, estas réplicas pueden considerarse razonablemente fidedignas y de hecho, algunas corresponden a especímenes completos, como el Tyrannosaurus rex “Sue” del Chicago Field Museum. Las animaciones televisivas, sin embargo, son mucho más especulativas, especialmente en lo referente al color de la piel, aspectos fisiológicos, comportamiento, etc.

¿Eran todos los dinosaurios de gran tamaño?

El estudio de huesos de dinosaurio, así como de sus huevos y huellas, proporciona información valiosa sobre su tamaño, fisiología, comportamiento social, y hábitat. Los dinosaurios son los animales terrestres más grandes que han habitado el planeta – Diplodocus medía 35 m de largo de la cabeza a la cola – pero no todos eran gigantes. Algunas especies eran de pequeño tamaño, equivalente al de una oveja o un perro. Por ejemplo, Struthiomimus tenía el tamaño de un avestruz, y Compsognathus no era mayor que un gallo.

Con frecuencia las especies que se exhiben en los museos son las más grandes y por lo general se las representa en posturas amenazadoras con la intención de impresionar a los visitantes. Este hecho ha distorsionado la imagen de los dinosaurios en la mente de muchas personas.

¿Dónde vivían los dinosaurios?

Los dinosaurios parecían estar bien adaptados a sus hábitats, que incluían áreas a lo largo de ríos y playas, lagos, bosques, pantanos, desiertos y llanuras. ¿Cómo lo sabemos? Los dinosaurios quedaron enterrados en sedimentos (arena, barro) que más tarde se convirtieron en rocas sedimentarias. Algunas características de estas rocas sedimentarias sirven para diagnosticar entornos específicos como playas, ríos, lagos o desiertos áridos. Otros fósiles asociados a los mismos depósitos (fósiles de plantas, conchas, microfósiles, etc.) también proporcionan información valiosa sobre las condiciones ambientales. Así pues, mediante el estudio de los sedimentos en los que los dinosaurios quedaron enterrados, los paleontólogos pueden conocer los ambientes (paleoambientes) en los que estos vivían.

¿Qué comían los dinosaurios?

Podemos saber lo que comían los dinosaurios observando sus dentaduras. La mayoría de los dinosaurios eran herbívoros aunque algunos eran carnívoros y se alimentaban de pequeños mamíferos, peces y otros dinosaurios. El dinosaurio conocido más grande es Argentinosaurus, un saurópodo (con cadera reptiliana), que probablemente pesaba 100 toneladas. Argentinosaurus era herbívoro, igual que otros grandes saurópodos. Los dinosaurios carnívoros más grandes fueron Spinosaurus y Tyrannosaurus rex, con un peso aproximado de 7 a 8 toneladas cada uno. Así pues, a pesar de su considerable tamaño, similar al de un elefante africano, los mayores dinosaurios carnívoros eran apenas una pequeña fracción del tamaño de los grandes herbívoros.

Otras dos fuentes de información sobre lo que comían los dinosaurios son los contenidos estomacales fósiles y los coprolitos, o excrementos fosilizados. Los huesos y dientes de mamífero fosilizados que se han encontrado en el estómago de algunos dinosaurios demuestran que estos animales formaban parte de su dieta. En el interior de coprolitos que  supuestamente provienen de saurópodos titanosaurios se han encontrado hojas de conífera y de palmera y, sorprendentemente, hierba. La presencia de hierba es desconcertante porque se supone que este tipo de plantas no evolucionó hasta después de la extinción de los dinosaurios.

¿Cuál fue el origen de los dinosaurios?

Según la teoría de la evolución, los dinosaurios se originaron a partir de otros animales ancestrales por medio de un proceso gradual de acumulación de mutaciones y selección natural. Sus restos, aparecen en las capas de roca de la columna geológica que los paleontólogos llaman Triásico, Jurásico y Cretácico, que de acuerdo con la escala de tiempo geológico convencional, se corresponden con antigüedades de 250 a 65 millones de años.

Si el darwinismo fuese cierto, deberíamos encontrar formas menos complejas y diversificadas en las rocas del Triásico temprano,  y formas más complejas y diversificadas en las capas del Cretácico Superior. Esto se ajustaría al modelo evolutivo de aumento en complejidad y diversidad a lo largo del tiempo.

Sin embargo, la realidad que encontramos en la naturaleza es totalmente distinta. A pesar de que los dinosaurios se conocen desde hace casi doscientos años, su origen sigue siendo incierto.2 Los dinosaurios aparecen y desaparecen abruptamente en el registro fósil, es decir, sus fósiles aparecen de repente, sin conexión con ningún antepasado conocido.  Si el proceso de macroevolución fuera cierto,  esperaríamos encontrar una aparición gradual, pero en realidad se observa lo contrario: dinosaurios clara y completamente formados, bien adaptados a su medio ambiente y diversificados. Así pues, la teoría de la evolución no parece explicar adecuadamente el origen de estos animales.

Por lo general los creacionistas no aceptan la interpretación evolutiva. En su lugar, la mayoría de los científicos creacionistas sugiere que los dinosaurios formaban parte de la creación original de Dios, que más tarde – como en el caso de otros animales – sufrió variaciones genéticas que dieron lugar a formas carnívoras.

Algunos  creacionistas creen que los dinosaurios fueron el resultado de algún tipo de ingeniería genética. Entre los adventistas, esta creencia se remonta a escritos de Elena de White del siglo XIX, que afirman que "Todas las especies de animales que Dios había creado fueron preservadas en el arca. Las especies confusas que Dios no creó, que fueron el resultado de la amalgama, fueron destruidas por el diluvio". 3 La versión moderna de esta afirmación es que los dinosaurios fueron creados por medio de algún tipo de experimentación genética (reproducción, clonación) a partir de otras criaturas. Aunque este punto de vista es defendido con frecuencia en ciertos círculos cristianos,4 no es la única interpretación posible de lo que Elena de White escribió, y no está corroborado por la ciencia ni por la Biblia, aunque ideas similares aparecen en algunos libros apócrifos. Es necesaria más investigación, tanto científica como teológica,  para determinar la validez de estas ideas.

 ¿Creó Dios a los dinosaurios o son producto del pecado?

El modelo evolutivo convencional se enfrenta con numerosas dificultades para explicar tanto el origen como la desaparición de los dinosaurios. ¿Es posible el estudio de los dinosaurios (y otros fósiles) desde una perspectiva consistente con el relato bíblico de la creación? ¿Fueron los dinosaurios el resultado de millones de años de evolución animal o fueron creados por Dios? Estas preguntas son  importantes para los creyentes porque según la Biblia Dios creó a los animales y vio que su creación era buena. ¿Eran “buenos” los dinosaurios? ¿Cómo encajan en esa imagen?

El libro del Génesis dice que Dios creó “seres vivos según su género; y bestias, serpientes y animales terrestres según su especie” (Génesis 1:24) en el sexto día de la semana de la creación. ¿Fueron creados los dinosaurios en ese día?

“Para toda bestia de la tierra, y para todas las aves de los cielos, y para todo lo que repta sobre la tierra y que tiene vida, toda planta verde les servirá de alimento”, dijo Dios (Génesis 1:30). ¿Podemos realmente hacer encajar a los feroces dinosaurios carnívoros en ese recién creado mundo perfecto de criaturas vegetarianas? El relato bíblico (Génesis 3:14-19) sugiere que la maldición que siguió a la caída de Adán y Eva desencadenó alteraciones biológicas (genéticas) que causaron cambios en la dieta de muchos animales, dando origen a las actuales relaciones de competencia, depredación y parasitismo. Estos cambios ocurrieron probablemente a lo largo de varias generaciones.  Recientes investigaciones en genética han demostrado que pequeñas modificaciones en la actividad de genes reguladores pueden provocar grandes cambios fisiológicos e incluso anatómicos.5 Además, es importante recordar que si los fósiles que hoy encontramos se formaron durante el diluvio, corresponden a animales y plantas que perecieron más de mil años después de la creación y por lo tanto, no nos dan información sobre la apariencia original de los organismos cuando fueron creados.

¿Convivieron los dinosaurios con los seres humanos?

Mucho se ha escrito y discutido acerca de ciertas evidencias que supuestamente muestran presencia humana junto a restos de dinosaurios. Estas evidencias incluyen lo que en su momento se interpretó como huellas humanas junto a huellas de dinosaurio, así como pinturas prehistóricas en cuevas y utensilios donde se representan figuras humanas junto a criaturas excepcionales muy similares a las actuales reconstrucciones de estos gigantescos reptiles. Sin embargo, investigaciones científicas rigurosas han demostrado que algunas de estas supuestas evidencias no se habían interpretado correctamente y en algún caso habían sido incluso falsificadas.

Consideremos por ejemplo las supuestas huellas humanas encontradas junto a huellas de dinosaurio en el lecho del rio Paluxy, en Texas. Hace algunas décadas, científicos entusiastas proclamaron que se trataba de la prueba definitiva contra la teoría de la evolución y a favor del diluvio bíblico universal. Intrigados por estas contundentes afirmaciones, varios científicos, tanto evolucionistas como creacionistas, estudiaron detalladamente las marcas encontradas en las rocas y llevaron a cabo análisis de laboratorio. Si las huellas hubieran sido auténticas el sedimento debajo de la huella debería haber presentado una deformación característica, originada por el peso del animal. Para comprobar si dicha deformación existía, las huellas se cortaron en sección y analizaron, pero el resultado fue negativo. Los científicos creacionistas llegaron a la conclusión de que las supuestas huellas humanas  eran en realidad  pseudohuellas producto de la erosión.6 Estudios posteriores demostraron que determinadas pinturas y dibujos habían sido falsificados por defensores fanáticos de la idea de la coexistencia entre humanos y dinosaurios. La falsificación de fósiles y otros fraudes que se han llevado a cabo en pro del creacionismo han dañado severamente la reputación de los científicos creacionistas que se dedican a la investigación científica honesta. Por otra parte, a raíz de estas experiencias muchos investigadores creacionistas han aprendido a ser más prudentes, precisos y cuidadosos en sus afirmaciones.

¿Menciona la Biblia los dinosaurios?

El relato de la creación en Génesis 1 nos dice que Dios creó los animales marinos así como las aves en el quinto día, y el resto de los animales en el sexto día. Entre los animales  terrestres se citan las criaturas que reptan, o se arrastran, pero no se menciona a los dinosaurios de manera específica. Esto no debería sorprendernos. En primer lugar, la palabra “dinosaurio” no existía en la época de Moisés (el autor del libro del Génesis), y por otro lado, no hay una razón concreta, aparte de para satisfacer nuestra curiosidad, por la que debieran haber sido especialmente mencionados. De hecho, muchos otros grupos de animales creados no se mencionan de manera separada en el relato (escarabajos, tiburones, estrellas de mar, etc.). El hecho de que los dinosaurios no aparezcan en la Biblia no prueba que no fueran creados por Dios. Tampoco lo prueba su extraña apariencia, que conocemos gracias a las reconstrucciones de los museos. Dejando a un lado la discusión sobre la fidelidad de dichas reconstrucciones, debemos recordar que actualmente existen numerosos animales con apariencias tan extrañas como las de los dinosaurios a los que no prestamos ni mucho menos tanta atención.

Algunas personas piensan que los dinosaurios aparecieron después del pecado de Adán y Eva, como resultado de la maldición. Sin embargo, la Biblia no especifica qué animales cambiaron después del pecado ni qué tipo de cambios ocurrieron.

La mayoría de los científicos creacionistas cree que los dinosaurios desaparecieron durante el diluvio del Génesis o poco después. Esto es razonable si tenemos en cuenta las proporciones globales de dicha catástrofe, así como las masivas acumulaciones de restos. La idea de que los dinosaurios desaparecieron durante una catástrofe global que identificamos con el diluvio bíblico es una hipótesis que debe ser considerada seriamente, y sobre la cual la investigación científica puede proporcionarnos más datos, ya que la Biblia permanece en silencio al respecto. La demostración de la veracidad de esta hipótesis deberá proceder de datos geológicos y paleontológicos pero hay que ser cuidadosos y no tratar de forzar la Biblia a decir algo que no está escrito.

La Biblia menciona dos criaturas extrañas, Behemoth (Job 40:15-18) y Leviathan (Job 41:1), que algunos interpretan como posibles ejemplos de dinosaurios postdiluvianos. Sin embargo, la mayoría de los eruditos no está de acuerdo con esta interpretación y traducen, las palabras Behemoth y Leviathan como hipopótamo y cocodrilo, respectivamente. Si están en lo cierto, estas criaturas no tenían ninguna relación con los dinosaurios. En cualquier caso el significado de ambos términos es demasiado ambiguo, por lo que no nos proporcionan evidencia suficiente para afirmar que los dinosaurios se mencionan en la Biblia.

Conclusión

Las Escrituras no mencionan la existencia de los dinosaurios — al menos no  según nuestro actual conocimiento de los mismos — ni antes ni después del  diluvio del Génesis y no sabemos por qué no se mencionan.  El hecho de que no se mencionen en la Biblia no implica que nunca existieran.  Se trata simplemente de otro asunto sobre el cual la Biblia guarda silencio y por  tanto nos proporciona fascinantes cuestiones potencialmente abiertas a la investigación.

La evidencia a favor de que los dinosaurios existieron es clara: tenemos huesos, dientes, huevos, huellas e incluso moldes de piel. En algún momento de la historia desaparecieron. Su extinción pudo haber tenido lugar antes, durante o después del diluvio del Génesis. Del mismo modo que muchos otros fósiles, el origen y la desaparición de los dinosaurios están envueltos en misterio. Descifrar este misterio requiere un estudio riguroso y cuidadoso, que los científicos cristianos con interés y capacidad deberían ser alentados a emprender.  Los dinosaurios no constituyen un desafío para los creyentes ni ponen en peligro nuestra fe en las enseñanzas de la Biblia.

REFERENCIAS

[1] Ver lista completa y revisada en http://en.wikipedia.org/wiki/List_of_dinosaurs.(Inglés)

2 Benton, M.J., 1997, Origin and early evolution of dinosaurs, in Farlow, J.O., and Brett-Surman, M.K., eds., The complete dinosaur: Bloomington, Indiana, Indiana University Press, p. 204-215.

3 White, E. G., Spiritual Gifts 3(1864), 75. Nótese que el significado del termnio “especie” en este texto de 1864 no es necesariamente el mismo que el que se le asigna en la actualidad, especialmente en círculos científicos. En cualquier caso, el sentido global de la afirmación no se ve afectado negativamente.

4 Esta idea está bastante extendida entre los Adventistas del Séptimo Día. Se basa en la creencia de que los antediluvianos eran muy inteligentes y avanzados, y de algún modo realizaron experimentos de “amalgama” a partir de los organismos originalmente creados por Dios. Ver Read, D.C. 2009, Dinosaurs. An Adventist view. Keene, Texas: Clarion Call Books.

5 King, M.C. y Wilson, A.C., 1975. Evolution at two levels in humans and chimpanzees. Science, 188:107-116; Carroll, S.B., 2005. Evolution at two levels: on genes and form. PBLOS Biology, 3(7):1159-1166.

6 Chadwick, A.V., 1987. Of dinosaurs and men. Origins, 14(1):33-40.