por Raúl Esperante
Tomás Aquino, teólogo y filósofo escolástico del siglo XIII, indicó que hay cinco argumentos o vías que demuestran la existencia de Dios. “La quinta vía se toma del gobierno de las cosas”—dice Aquino. “Vemos, en efecto, que cosas que carecen de conocimiento, como los cuerpos naturales, obran por un fin, como se comprueba observando que siempre, o casi siempre, obran de la misma manera para conseguir lo que más les conviene; por donde se comprende que no van a su fin obrando al acaso, sino intencionadamente. Ahora bien, lo que carece de conocimiento no tiende a un fin si no lo dirige alguien que entienda y conozca, a la manera como el arquero dirige la flecha”. Para Aquino, la intencionalidad era prueba de inteligencia, y concluyó que “existe un ser inteligente que dirige todas las cosas naturales a su fin, y a éste llamamos Dios.”1 Tomás de Aquino observaba que los cuerpos naturales trabajan hacia una meta y no lo hacen por casualidad. Aunque carecen de conocimiento, estos objetos avanzan como una flecha que alcanza su objetivo porque está dirigida por un arquero (alguien inteligente). Por tanto, concluye Aquino, la precisión y movimiento de los objetos naturales presupone una mente inteligente por quien todas las cosas están dirigidas a su fin, y a este ser llamamos Dios.
Hasta mediados del siglo XIX se admitía la existencia de propósito o diseño en la naturaleza. Darwin y algunos contemporáneos y sucesores afanosamente trataron de deshacerse de esa idea. Los antiguos griegos vieron diseño en la naturaleza y usaron la proporción (o relación) áurea (que podemos observar en la naturaleza en espirales como las conchas de los moluscos, etc.) para diseñar y construir el Partenón en Atenas.2 Julian Huxley, un evolucionista del siglo XX, escribrió que, «[a] primera vista el mundo biológico parece repleto de propósito. Los organismos se construyen como si fuesen diseñados con un propósito, y funcionan como en búsqueda útil de una objetivo consciente. Pero la verdad yace en esas dos palabras “como si”. Pues el genio de Darwin mostró que el propósito es solamente aparente.» 3
La idea de Dios como creador del universo y la naturaleza terrestre fue reemplazada por la presuposición de que la materia y la energía son todo lo que existe, y son suficientes para explicar no sólo el origen del orden natural, sino también su funcionamiento y estabilidad. Hasta ~1960 hubo un consenso general en la comunidad científica en que la ciencia sería capaz de proporcionar explicaciones naturalistas para el origen del universo, convirtiendo cualquier creencia en Dios innecesaria o irrelevante.
Diseño en el Universo
Sin embargo, esta idea empezó a cambiar con los descubrimientos en astronomía, astrofísica y biología molecular. Lo que hemos aprendido en las últimas décadas sugiere claramente que el universo fue diseñado e iniciado por un Creador inteligente y trascendente. La física y la cosmología contemporánea ofrecen evidencias de que el universo está especialmente subordinado a la posibilidad de vida. Algunos van más allá incluso diciendo que los “físicos han tropezado con señales de que el universo está hecho a medida para la vida y la conciencia”, 4 sugiriendo de esta manera que el universo está diseñado para ser habitado por seres humanos. El famoso físico ateo Stephen Hawking y Leonard Mlodinow dicen en su libro El Gran Diseño, que “Nuestro universo y sus leyes parecen tener un diseño que se ajusta a la medida a las necesidades humanas y, que si hemos de existir, deja poco espacio para la alteración”.5 “Parece haber un amplio escaparate de universos posibles”—afirman Hawking y Mlodinow. “Sin embargo, […] los universos en los que pueda existir la vida son raros. Vivimos en uno en el que la vida es posible, pero si el universo fuera sólo ligeramente diferente, los seres como nosotros no podrían existir. ¿Cómo explicamos este ajuste fino? ¿Es una evidencia de que el universo, después de todo, fue diseñado por un creador benevolente? ¿Ofrece la ciencia otra explicación?”6 Los científicos se afanan por buscar explicaciones naturalistas para el orden, diseño y complejidad en el universo y la naturaleza viviente, sólo para encontrarse una y otra vez que la materia por si misma no puede generar tal complejidad y orden y que la acción de un Diseñador Inteligente es necesaria. Los científicos se enfrentan una y otra vez a lo mismo: el universo parece ser diseñado por una mente inteligente. ¿Cuáles son esas evidencias que sugieren la mano de un Diseñador Inteligente?
El Ajuste Fino del Universo
La Tierra y el universo presentan un conjunto de características que hacen posible la existencia de la vida. Los científicos han determinado que hay más de cien parámetros físico-químicos en el universo que deben estar finamente ajustados para que la vida exista en el planeta Tierra.7 Aquí presentamos brevemente algunos de esos parámetros y las consecuencias que podría haber si se diera una ligera variación en ellos.
La constante gravitacional determina qué tipo de estrellas son posibles en el universo. Si la fuerza gravitacional fuese ligeramente más fuerte, la formación de las estrellas sería más rápida y las estrellas serían más masivas. Las grandes estrellas son importantes porque producen los elementos pesados que son esenciales en el medio interestelar y en los planetas. Estas estrellas se queman demasiado rápida e inconstantemente como para mantener vida. Si la fuerza gravitacional fuese ligeramente más débil, todas las estrellas serían más pequeñas que el Sol.
Estas estrellas pequeñas se queman lentamente y permitirían los planetas con vida, pero no habría elementos pesados en los planetas.
La constante nuclear fuerte mantiene juntas las partículas en el núcleo de los átomos. Si fuese ligeramente inferior los núcleos con múltiples protones no se mantendrían juntos y el hidrógeno sería el único elemento en el universo. Si la constante fuese ligeramente superior los electrones y los neutrones estarían más firmemente ligados. El hidrógeno sería escaso en el universo y la vida sería imposible.
La constante electromagnética liga los electrones a los protones en los átomos. Si la constante fuese de valor ligeramente inferior pocos electrones ocuparían órbitas cercanas al núcleo atómico. Si fuese ligeramente superior un átomo no compartiría una órbita de electrones con otros átomos y no se formarían enlaces atómicos, con la consecuencia de que no se formarían las moléculas de la vida.
El cociente de protones a electrones establece la función de la gravedad en relación con el electromagnetismo. Si no hubiera ningún balance entre protones y electrones el electromagnetismo habría dominado (anulado) la gravedad, y como consecuencia las galaxias, estrellas, planetas, y la materia nunca se habrían formado.
La velocidad de expansión del universo determina qué tipo de estrellas constituyen el universo. El ritmo actual de expansión del universo se ajusta exactamente a lo que es necesario para un universo donde es posible la vida. Si la velocidad fuese inferior el universo se habría colapsado; si la velocidad fuese ligeramente más alta no se habrían formado las galaxias, estrellas y planetas (la materia se estaría expandiendo en lugar de concentrarse en cuerpos). En cualquiera de las dos situaciones no habría planetas, estrellas ni vida.
La velocidad de la luz es una función de cualquiera de las fuerzas fundamentales de la física. Si hubiera cambios en la velocidad de la luz se alterarían todas las constantes físicas y la vida no sería posible en el universo.
La distancia entre las estrellas afecta las órbitas e incluso la existencia de planetas. Si la distancia fuera ligeramente menor la interacción gravitacional entre estrellas desestabilizaría las órbitas de los planetas. Si la distancia fuera ligeramente mayor los elementos pesados nunca se concentrarían para forman la materia sólida.
Nuestro sistema solar tiene una única estrella. Si el sistema solar tuviera más de una estrella, las interacciones mareales enviarían la órbita de nuestro planeta fuera de control.
Las distancias entre los astros del sistema solar son las adecuadas para la vida en la tierra. La estrella en nuestro sistema solar (el Sol) está a la distancia apropiada de los planetas. Si la estrella estuviera demasiado alejada la temperatura de la tierra sería demasiado fría para mantener un ciclo estable del agua. Las reacciones metabólicas enzimáticas no ocurrirían. Si la estrella estuviera demasiado cerca de la tierra el clima sería demasiado caluroso para el ciclo del agua. La radiación sería excesiva y dañina para las células.
Los planetas desempeñan un papel estabilizador en el sistema solar. Júpiter tiene una masa dos veces y media más grande que todos los demás planetas combinados, por ello funciona como escudo protegiendo a la tierra y otros planetas de la gran mayoría de impactos de cometas y otros objetos del espacio exterior porque su fuerza gravitacional los atrae hacia el planeta. Se estima que los cometas golpearían la tierra con una frecuencia 1000 veces mayor si no fuera por Júpiter.
La fuerza gravitacional y el tamaño de la Luna están finamente ajustados para la estabilidad de la Tierra y la vida en ella. La luna ejerce la cantidad adecuada de fuerza gravitacional sobre la tierra y produce los efectos mareales necesarios, los cuales son imprescindibles para aportar nutrientes al océano y limpiar las aguas costeras. La Luna además ayuda a estabilizar la inclinación del eje terrestre. Si la luna fuese más pequeña o más grande, el trastorno climático, mareal y magnético en la tierra sería muy severo y la vida no sería posible.
La Evidencia es Abrumadora
Durante décadas los creyentes en la Biblia se han sentido frustrados al no poder presentar eviencia científica convincente para la existencia y necesidad de un Creador del Universo y la vida. Actualmente la evidencia en el campo de la astrofísica, astronomía, bioquímica y otras ciencias es tan abrumadora que ha llevado a numerosos científicos, en otro tiempo escépticos o ateos, a reconocer la necesidad de una mente inteligente que haya creado el universo y la vida. Y ”la evidencia para Dios no ha de encontrarse sólo en los fa- llos de las leyes de la naturaleza en explicar lo que existe”,—dice Ronald Larson, profesor de Ingeniería Química en la Universidad de Michigan—“sino más bien en el éxito de esas leyes, que apunta a un Dios que creó esas leyes elegantes y las impone tan uniformemente”. 8
La idea de que el universo y sus leyes están subordinados de manera única a la posibilidad de vida se muestra tanto por parámetros a gran escala como a pequeña escala. Numerosos astrofísicos, astrónomos y físicos encuentran evidencias que indican que el universo simplemente no está aquí porque sí, sino que debe haber un propósito detrás de él. En palabras de Charles Townes, Premio Nobel de Física en 1964, ”Muchos tienen el sentimiento que de alguna manera una inteligencia debe haber participado en las leyes del universo”. Alexander Polykov, uno de los físicos más notables en Rusia, comentando acerca del orden y la precisión matemática en el universo, dijo: “Sabemos que la naturaleza se explica con la mejor de todas las matemáticas posibles porque Dios la creó”. 9 Y Paul Davies, astrofísico en la Universidad del Estado de Arizona, en su libro Superforce afirma que las “ecuaciones de la física muestran una simplicidad, elegancia y belleza increíble. Eso es suficiente para convencerme de que debe haber un Dios responsable de esas leyes y responsable del universo”. 10
Conclusión
Durante más de un siglo la ciencia ha rechazado la idea de un Dios creador del universo, la Tierra y la naturaleza viviente. Este rechazo fue provocado por la aceptación generalizada de las ideas evolucionistas que proponen la aparición de las diversas especies de organismos a lo largo de millones de años de cambio gradual. Esta visión naturalista del origen de la vida y la diversidad se aplicó también a los astros del universo, excluyendo de esa manera la intervención divina en la creación o diseño natural. Sin embargo, la evidencia científica muestra que no sólo el universo es extremadamente complejo, sino que además funciona de manera precisa fundamentado en parámetros físico-químicos finamente ajustados. El ajuste fino de tantos parámetros es tan perfecto que numerosos científicos ahora afirman que el universo debe haber sido diseñado por un diseñador inteligente. Algunos van más allá afirmando que ese diseñador inteligente es el Dios creador, responsable de establecer y mantener las leyes que gobiernan el universo.
Referencias
1Aquino, Tomás, Summa Theologiae, primera parte, cuestión 2, artículo 3.
2Livio, Mario. 2003. The Golden Ratio: The Story of PHI, the World’s Most Astonishing Number. Broadway Books, New York City.
3Huxley, Julian S. 1953. Evolution in action. New York: Harper & Row, p. 7.
4Begley, Sharon, 1998. Newsweek, July 27, 44-49
5Hawking, Stephen y Mladinow, Leonard. 2012. El Gran Diseño. Bantam Press, New York City, cap. 7.
6Idem, cap. 6.
7Para una relación extensa y detallada ver Barrow, J.D., Tipler, F.J., 1988. The anthropic cosmological principle. Oxford University Press, Oxford.
8Larson, R.G., 2009. Revisiting the God of the Gaps. Perspectives on Science and Christian Faith, 61(1): 13-22.
9Polykov, A., 1986. Scientists at the frontiers. Fortune(October 13): 47-57.
10Davies, P., 1985. Superforce. Touchstone, Austin, Arizona, 264 pp.
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